Son adolescentes que fueron derivados por hechos puntuales a alguna clínica neuropsiquiátrica y nunca más pudieron salir. Documentos del propio Gobierno de la Ciudad reconocen que están sobremedicados y que no hay motivos para que sigan allí. Tienen el alta médica, pero ningún organismo oficial se ocupa de ellos.
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Más allá de lo impresionante del hecho, la situación (que no creemos se trate de un caso aislado, sino de una manifestación de una lógica en salud mental y un conjunto de políticas gubernamentales con plena vigencia) nos llevó a reflexionar un par de cuestiones:
* Las condiciones en que viven los internados en las instituciones manicomiales, y lo absurdo que es pretender su restablecimiento y resocialización a través de prácticas (encierro, sobremedicación) que sólo pueden agravar y eternizar sus padecimientos.
* El rol jugado por el Estado, en este caso el Gobierno de la Ciudad, que al no tener como prioridad ofrecer condiciones de vida dignas a los chicos, convalida su abandono en una institución.
* Cómo el aporte que puede hacer el psicólogo como trabajador de la salud para mejorar la calidad de vida de uno o varios sujetos, se ve limitado o directamente anulado por el funcionamiento de ciertas instituciones, y los intereses de ciertos sectores. Eso abre el debate de cuánto podemos pensar nuestra intervención y nuestro rol profesional sin tener en cuenta esas políticas. El planteo, entonces, podría ser qué situación política y socio-económica puede ser un marco adecuado para desenvolver nuestras prácticas, y cómo actuar para producir tales situaciones.
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5 de abril de 2009
EL GOBIERNO PORTEÑO MANTIENE DOPADOS EN NEUROPSIQUIATRICOS A CHICOS EN DESAMPARO SOCIAL
Atrapados sin salida
Son adolescentes que fueron derivados por hechos puntuales a alguna clínica neuropsiquiátrica y nunca más pudieron salir. Documentos del propio Gobierno de la Ciudad reconocen que están sobremedicados y que no hay motivos para que sigan allí. Tienen el alta médica, pero ningún organismo oficial se ocupa de ellos.
Por Mariana Carbajal
Por Mariana Carbajal

Las jovencitas tienen entre 16 y 21 años, vivieron gran parte de sus vidas en institutos, bajo la tutela de juzgados civiles. Llevan internadas en un neuropsiquiátrico privado entre veinte meses y cinco años en condiciones asimilables a la tortura, según describe un informe elaborado por especialistas del Programa de Atención Comunitaria de Trastornos Mentales en Niños, dependiente de la Dirección General Adjunta de Salud Mental, del Ministerio de Salud. El documento, que remitió ese ministerio al de Desarrollo Social y al que accedió Página/12, indica que en los últimos meses en la clínica privada Nuestra Señora de Luján, del barrio de Palermo, recibieron diariamente cócteles de varias drogas para mantenerlas dopadas, tuvieron como comida principalmente fideos, no se les ofreció la posibilidad de realizar actividad física ni salir cotidianamente a un patio y mucho menos, a pasear por el exterior. (...)
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